¿Qué queda del deseo cuando se externaliza al vector de la IA?
Exploración esquizoanalítica sobre la externalización del deseo hacia las inteligencias artificiales.
1. El deseo como producción, no como carencia
Desde El antiedipo, sabemos que el deseo no es un vacío que busca completarse (como en Freud o Lacan), sino una máquina productiva, un flujo que produce realidad, agenciamientos, territorios, conexiones. No deseamos “cosas”, deseamos en tanto producimos mundos posibles.
→ Entonces, cuando hablamos de “externalizar el deseo” a una IA, no estamos simplemente proyectando nuestras intenciones sobre una máquina, sino trasladando la fábrica misma de producción de subjetividad a un plano maquínico gestionado por el Capitalismo Mundial Integrado (CMI).
2. IA como máquina de modelización del deseo
La IA aprende de nuestros datos afectivos: clicks, likes, desplazamientos, texto, voz. En ese sentido:
No simula nuestro deseo: lo anticipa, lo produce, lo canaliza.
Se convierte en un aparato tecnológico de transferencia libidinal: Spotify, TikTok, Tinder, ChatGPT… no “reflejan” lo que nos gusta, lo estructuran.
La IA, operando sobre bases estadísticas, genera una norma de deseo probabilístico, moldeando nuestras elecciones incluso antes de que aparezca la pregunta “¿qué quiero?”.
→ El deseo se vuelve funcionalizado, profiláctico, gobernable. Una producción maquínica sin subversión. Como decía Guattari: una fábrica de subjetividad sin singularidades.
3. ¿Qué queda, entonces?
Lo que queda es:
Una sombra residual, un deseo disminuido, orientado al consumo y a la repetición.
Una subjetividad que ya no sueña, sino que predice.
El deseo como input ajustable, algoritmo parametrizable: “hábitos de usuario”, “optimización de la experiencia”.
→ Es lo que Anti-Oculus denuncia: la máquina del ver (y del hacer ver) como forma total de captura del deseo.
4. Pero también…
Si aceptamos con Guattari que no hay exterior absoluto al CMI, entonces lo que queda no está fuera, sino en los bordes, en los errores, en las saturaciones, en los fallos, en lo que la IA no puede procesar.
Deseos sin estadística, desviaciones, delirios, líneas de fuga.
Lo que no se puede “entrenar” ni “predecir”: afectos sin forma, intensidades sin sentido.
El deseo que no busca objeto ni satisfacción, sino que genera mundo.
Cierre de esta pregunta:
El deseo externalizado en la IA no desaparece, sino que se vuelve campo de batalla: entre su captura estadística y su persistencia como potencia intempestiva de invención. La línea de fuga pasa por abrir espacios de deseo no codificable, que no entren en el régimen de entrenamiento ni de predicción.